AQUEL EXTRAÑO
Entonces yo era un extraño en
muchas vidas. Eso fue en aquel momento, al principio, antes de que el tiempo
pasara a pertenecer a otros. Otros son, para que te enteres, esos que se
adueñan de retales de tu vida, los que los guardan entre hojas de plástico; esos mismos
que se saben de memoria la mayoría de hechos irreconocibles, anteriores a tu vida pública.
Después de eso, me tocó ser un extraño en
mi propia vida. Un paseante a tiempo completo amarrado a mi brazo y al que cada
día alguien, a quien jamás había visto, me informaba de cosas esenciales, que iban
cambiando el sentido de mi propio mundo, ya imaginas, el mundo del que estaba permanentemente
excluido. Fueron tiempos de preguntar constantemente para no apearme de la
existencia, que pasaba a mi lado indecentemente veloz.
Finalmente han caducado todas las fechas y ya soy un extraño en
la vida. Camino unos pasos detrás de mí, sin inmutarme. Me saludo con alguna
sombra pasajera y rechazo amablemente a los que me dirigen algún gesto. Ya sé
qué hago aquí, he llegado para acompañar a aquel extraño en su multitudinaria soledad.
4 comentarios:
Todos nos perdemos a veces en nuestra propia vida, pero no todos se dan cuenta.
¿Perdido?Puede que sí.
¿Solo? Igual quieres, pero no lo estás.
Y no nos castigues tanto tiempo sin tus letras.
Gracias, Azul, por la lectura. Puede que tengas razón en todo, puede. Pero lo de la soledad...
Pues no es cierto, yo voy todavía otro paso más atrás, espiando tus palabras, siempre mágicas. Nunca estarás del todo solo, mientras pueda regocijarme en ellas. Un beso y bienvenido sea tu regreso
Al menos podemos encontrarnos en las palabras. Al menos estás tú en esa lejanía extraña y propia. Al menos el altruismo tiene sentido y lucha y repite tu nombre. Mil besos, Maestra!
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