viernes, 17 de agosto de 2012

AQUEL EXTRAÑO


AQUEL EXTRAÑO

Entonces yo era un extraño en muchas vidas. Eso fue en aquel momento, al principio, antes de que el tiempo pasara a pertenecer a otros. Otros son, para que te enteres, esos que se adueñan de retales de tu vida, los que los guardan entre hojas de plástico; esos mismos que se saben de memoria la mayoría de hechos irreconocibles, anteriores a tu vida pública.

Después de eso, me tocó ser un extraño en mi propia vida. Un paseante a tiempo completo amarrado a mi brazo y al que cada día alguien, a quien jamás había visto, me informaba de cosas esenciales, que iban cambiando el sentido de mi propio mundo, ya imaginas, el mundo del que estaba permanentemente excluido. Fueron tiempos de preguntar constantemente para no apearme de la existencia, que pasaba a mi lado indecentemente veloz.

Finalmente han caducado todas las fechas y ya soy un extraño en la vida. Camino unos pasos detrás de mí, sin inmutarme. Me saludo con alguna sombra pasajera y rechazo amablemente a los que me dirigen algún gesto. Ya sé qué hago aquí, he llegado para acompañar a aquel extraño en su multitudinaria soledad.

4 comentarios:

Azul dijo...

Todos nos perdemos a veces en nuestra propia vida, pero no todos se dan cuenta.
¿Perdido?Puede que sí.
¿Solo? Igual quieres, pero no lo estás.
Y no nos castigues tanto tiempo sin tus letras.

AVELLANEDA dijo...

Gracias, Azul, por la lectura. Puede que tengas razón en todo, puede. Pero lo de la soledad...

Graciela L Arguello dijo...

Pues no es cierto, yo voy todavía otro paso más atrás, espiando tus palabras, siempre mágicas. Nunca estarás del todo solo, mientras pueda regocijarme en ellas. Un beso y bienvenido sea tu regreso

AVELLANEDA dijo...

Al menos podemos encontrarnos en las palabras. Al menos estás tú en esa lejanía extraña y propia. Al menos el altruismo tiene sentido y lucha y repite tu nombre. Mil besos, Maestra!