lunes, 10 de mayo de 2010

FANTASÍA DEL CUERPO POSTRADO (yo no sé qué escribir)

¡Vaya "embolao", querido Luis! ¡Vaya "embolao"! ¿Que te diga algo sobre tu último libro? Pues ya está, que lo he leído. Que lo he leído, que lo he leído y ahí ha sido ello. Desde que lo abrí, no hago otra cosa. Bueno, sí. Regañarme. Leo y me regaño: "Tengo que escribir algo". Y entonces vuelvo a leerlo. Y lo leo, lo leo, lo leo, lo leo. Y ahí sigo. Releyendo como un lelo lo que me sé de memoria. Y te prometo que intento escribir algo, pero entonces leo otra vez y el bolígrafo se me cae de las manos y se me viene abajo del tendajo propio de verbos y adjetivos y a tomar pol saco la sintaxis; renuncio a escribir una línea sobre lo que tú has escrito, porque si lo hago entonces ando derecho al sacrilegio o al imbecilismo de creer que yo puedo decir sobre esas palabras algo mejor que lo que ya has dicho tú mismo con ellas.
Llevo días y días pensando en rendir el bolígrafo, sin condición. Y si no lo hago, es sólo para que no me apees el calificativo "amigo". Pero leo tus palabras con tal emoción y las repito tan ensimismado, que cuando pienso en escribir sobre ellas me cubro temiendo que alguien me pille en el delito.
Escribiré sobre tus versos, Luis Miguel. No lo dudes. Pues me lo pides, cometeré ese "atrocinio". Pero que sea otro día, cuando me sorprenda en un descuido. Lejos de esta felicidad, tercera, de andar descuidado por los vericuetos de tus renglones. Cuando renuncie a perderme por los sentires, los sonidos y los sitios, que lamento decirte, estás perdiendo. Ya son míos. Te redactaré algo para recordarte que si los quieres, para ti, que escribas otro libro.
Te abrazo, que conste, para que me sigas llamando amigo.